Carpintería Ernaux
A propósito de las respuestas de Annie Ernaux a Sally Rooney. Apuntes de cuaderno, algo de memoria...
(El pasado 29 de mayo, Annie Ernaux y Sally Rooney protagonizaron un encuentro en el festival literario de Charleston.)
Gladiolos y lirios, amapolas. En el jardín que rodea Charleston, la alquería en la que se refugiaban Vanessa Bell y Duncan Grant para amar y crear y vivir —el orden no lo sé—, identifico también hinojo en flor. Rodean la casa y los senderos hacia el edificio que alberga las exposiciones —no conocía a Betty Woodman— y la gran carpa en la que se celebra el festival. Frío y sol durante el paseo de la mañana. Un rato fotografiando el jardín, el estanque; luego recorreré las habitaciones y el estudio de pintura. Lo comparto por whatsapp.
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En el escenario Sally Rooney, Annie Ernaux, la intérprete Julia Hartley. Se anunciaba como una conversación, pero Rooney cede a Ernaux todo el protagonismo. Le interesa el proceso de creación, aunque se filtran algunos temas compartidos: el género y la clase social definiendo el contenido y el estilo, la posibilidad del compromiso en la literatura, la tensión entre lo íntimo y lo colectivo.
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El Nobel ha caído en su vida, lamenta Ernaux, como una bomba: desde entonces no puede escribir. Como ella vincula la escritura con el futuro, no escribir le impide avanzar. (En una entrevista con Alice Blackhurst para The Guardian, Ernaux anunciaba que necesita escribir un texto contra Macron; la onda expansiva del Nobel no se lo permite.)
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Ernaux diferencia entre clase y género: circunstancias diferentes en la vida, abordadas distinto en la literatura. ¿Cómo las piensa en sus libros? No en términos de alegría o dolor, frente a lo que sugiere Rooney, sino de deseo: el de describir todo aquello que no se ha dicho.
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En mayúsculas apunto: ANGRY STYLE. Un estilo cabreado, lleno de furia. Ernaux lo reconoce en sus tres primeros libros, de anclaje más rotundo en la ficción: Los armarios vacíos (1974), Ce qu’ils disent ou rien (1977) y La mujer helada (1981). Todo cambia con el cuarto, El lugar (1983), el primero bajo la etiqueta de autosociobiografía.
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Escribía con rabia porque escribía bajo un estado de dominación.
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No comprende su obra como algo ideológico, sino desde el reflejo de la experiencia. Al escribir sobre sus experiencias como mujer, y el modo en que surgieron, sí que resulta una literatura feminista.
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Annie Ernaux compara su labor con la de un carpintero: le importaba escribir algo no solamente estético, sino útil. La forma y el tema se desarrollan en paralelo: un proceso lento que le exige tiempo y atención.
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Cuando era una joven escritora no pensaba que fuera buena. Estaba llena de dudas.
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En 1999, Annie Ernaux trabajaba en tres libros diferentes: Los años, Memoria de chica y El acontecimiento. Explica que simultanea manuscritos, y no sabe qué motivos la empujan a decantarse por uno u otro texto. Un día escuchaba la radio, y sonó un réquiem que ama. La música le trasladó al instante y a las sensaciones que esbozaba ya en El acontecimiento. Lo interpretó como una señal. Se centró en ese texto, e interrumpió los otros.
A posteriori: El acontecimiento se publicó en 2000. Luego Perderse (2001), el diario de preescritura de Pura pasión (1992); La ocupación (2002) y El uso de la foto (2005). Llegó Los años (2008). Le siguieron La otra hija (2011) y Mira las luces, amor mío (2014); también dos volúmenes de escritura sobre la escritura, L'atelier noir y Écrire la vie, ambos de 2011. Memoria de chica es de 2016, diecisiete años después del réquiem.
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Sally Rooney plantea si la escritura sana el pasado. Para Ernaux se trata del aspecto fundamental de su labor, inconsciente en sus comienzos: la experiencia del paso del tiempo ofrece la experiencia del cambio. Señala una fecha, entre los cuarenta y los cincuenta años, en la que se pierde la juventud y no se ha vivido aún la pérdida; ahí fija el momento para las preguntas del pasado. Añado: es el momento de El lugar, Una mujer (1987) y Pura pasión.
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Escribir es intrínsecamente ambiguo, responde Ernaux cuando Rooney analiza su obra como un acto de amor. No he salido de mi noche (1997) contiene mucho amor hacia su madre, pero también parte de la confrontación, porque su experiencia de vida con ella incluía la violencia y el enfrentamiento; por lo tanto, ese libro lo percibe Ernaux quizá no como un acto de amor, pero sí como un acto de expiación, de reparación.
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Para ella es un misterio cómo toma cuerpo el lenguaje. Lo identifica en los textos ajenos, pero no en los propios.
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El deseo de escribir responde al deseo de venganza. Cuando Ernaux habla de venganza habla de vengar a su raza —su clase social, su género— como reposición y justicia.
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¿Resulta posible para alguien que escribe huir del rol del intelectual, de la imposición del discurso público? Comprendo que a Ernaux le interesa la pertinencia: que la opinión plantee un debate verdadero, respalde un compromiso. Ella menciona una conversación entre Marguerite Duras y Jean-Luc Godard que considera absolutamente desconectada de la realidad, vacía de contenido ideológico. Ernaux lamenta —una entrevista televisiva, supongo— que se produzca a propósito del éxito de Duras con El amante (1984) y no en los años setenta, cuando su discurso le habría interesado más por su compromiso, por su pertinencia.
(No logro encontrar referencias en internet. Sí un fragmento de una conversación entre Duras y Godard, grabada en Lausana en 1979, y un libro titulado Dialogues, que recoge tres conversaciones entre 1979, 1980 y 1987. Quizá Ernaux se refiera a esta última. Como propina, Marguerite Duras en 1975: C’est quoi, un cinéma au féminin? También intervienen Chantal Akerman, Liliane de Kermadec y Delphine Seyrig.)
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Turno del público: el significado de los diarios. Ernaux cuenta que publicó el que correspondía a la enfermedad de su madre (No he salido de mi noche) diez años después que la novela (Una mujer); con Ernaux, el concepto de «novela» toma distancia, pero tú me entiendes. ¿Compartirlos pone en riesgo sus novelas, la verdad de sus novelas? No, porque después de todo escribir siempre consiste en aportar un punto de vista sobre algo: un mismo hecho puede contarse de mil formas distintas. Esos diarios de preescritura se abren a que exista otra verdad, incluso en una obra de raíz autobiográfica como la suya. Ernaux menciona la novela Pura pasión y el diario Perderse. Dudó al principio, pero cuando recuperó ese texto —seis o siete años después— ya lo había olvidado, y no lo leyó como sus diarios, sino como una novela. No le pertenecía. Funcionó.
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Sally Rooney confiesa su fascinación por la escritura como propuesta moral, y cita Perderse. Una lectora retoma la creación como acto de amor. Ernaux subraya que la palabra «amor» no encaja bien con ella, pero desvela una alternativa: la idea de pureza. Por su educación religiosa, la salvación está muy presente en su pensamiento, y quizá que en cierto modo la literatura tenga que ver con eso. Escribe para hacer algo por los demás. No por todo el mundo, claro: quienes tienen poder no la necesitan. Annie Ernaux escribe para quienes sí.
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Ernaux cita a Louis Aragon, luego adjudica la frase —ahora sí— a André Breton: «la poesía se hace en una cama, como el amor». Y subraya que es cierto: en el acto de la escritura estáis solamente tú y la escritura.
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En la mochila guardé un cuaderno por estrenar. Qué cursi, pienso mientras lo abro en el tren hasta Lewes. Escribo algunas páginas —cliché— en un banco del jardín de Charleston. En otras ocasiones la excusa me permite aclarar alguna idea y esbozar otras, pero me siento cansada y torpe. Durante la conversación entre Annie Ernaux y Sally Rooney traduzco conforme escucho, tomo apuntes —la caligrafía velocísima— igual que en los años de la universidad, recojo las astillas de la carpintería Ernaux.
Aquí las envío.
Ten cuidado, no vayan a clavársete.
📰 A propósito del Nobel publiqué en Babelia un artículo sobre la obra de Annie Ernaux.
🔈 Ya está disponible en papel Erudición sobre hormigas y rositas: un breve ensayo publicado por Editorial CSIC. Puedes descargarlo en este enlace, “rastrearlo” en Todostuslibros.com o conseguirlo en el expositor del CSIC en la Feria del Libro de Madrid (bloque 26C, caseta 7).
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💌 Un posible eslogan: «la newsletter de los martes que recibes cualquier otro día». Si nada se tuerce, me gustaría enviar la próxima carta el 20 de junio. ¿Realidad, deseo? ¡Intriga! Mientras tanto, te deseo mucha salud, alegría y tiempo para leer buenos libros.
Muchas gracias, sos muy generosa en compartir tus miradas y escritos, abrazos desde el Sur.
Gracias, también por los buenos deseos.